sábado, 13 de agosto de 2011

La Conversación.


Si lo hice.
Mi pulgar selecciono su número y pulsó la tecla de llamada, puse mi móvil encima de la mesa, apreté mis auriculares en mis oídos, y oí como sonaba la llamada, una, dos, tres llamadas:

-         Hola Amorcito
-         Hola Lydia ¿Cómo estas?
-     Mal, muy mal Ferry te encuentro mucho a faltar. ¿Has leído mi email?
-       Sí Lydia, por eso te llamo, si no fuese por tu carta de amor no te hubiera llamado nunca.
-     Ferry, yo te quiero, te quiero mucho, mucho, mucho.

Ese era un juego entre nosotros, esa expresión. Ella sabia que me ponía, ese mucho repetido era su máxima expresión, guardada sus mensajes de mucho, mucho, mucho, en mi móvil. Estaba buscando mi sensibilidad. Su voz era triste, muy triste, mi tono era seco, cortes pero seco.

-         No puedo negar Lydia, que también te echo mucho a faltar, pero pienso que lo nuestro ha acabado su recorrido.
-         Venga Ferry no te hagas el duro conmigo, se que me quieres.
-         Si, no lo puedo negar, te querré toda mi vida, tu sabes lo que siempre he dicho, “Me moriré diciendo tu nombre”, pero es una situación imposible, tu no cambias Lydia, no cambiaras nunca, ni con alguien como yo que te da una nueva oportunidad eres capaz de reconocerlo o luchar para que eso pase. Es una lucha imposible, desgastadora, y sencillamente me he dado cuenta que me he equivocado, todo esto es un equivoco. Te lo dije en el Garraf, “Coge el compromiso y síguelo, si no lo haces te dejare, y vete con cuidado que esta vez hay niños”. Me dijiste que si, no me hagas responsable del resto, tu eres la única responsable de la situación.
-         Pero mi Amor yo te quiero.
-         Si Lydia, tú me quieres, yo te quiero, nosotros no queremos, y podemos conjugar todo el verbo querer. Tú no quieres a nadie Lydia, solo quieres tu egoísmo personal, tú puta soberbia, eso es lo que quieres y yo con alguien así no puedo estar, nunca he soportado la soberbia, jamás, ni el rencor. Dignidad si, pero todo lo demás solo sirve para perderte lo importante de la vida, y no vale la pena, ya he tenido bastante en esta vida de soberbios, de orgullosos y de egoístas, tu eres una más de lo mismo.
-         No me digas eso Ferry, no me lo merezco.
-         Discúlpame Lydia, no te he llamado para faltarte, pero te mereces eso y mucho más. Eres una irresponsable, tanto tu como tu ex, sois tal para cual, mataros si hace falta, pero que juguéis con terceros y con tus hijos, eso ya es lamentable, sencillamente ruin, de una bajeza increíble.
-         No Ferry, no seas así.
-         Si Lydia es lo que opino, y tengo razones para opinar así, no es gratuito, pero si quieres desayunamos el día de tu cumpleaños y hablamos.
-         ¿Vendrías Ferry?
-         Si vendría, pero no me quedare, quiero que quede claro.
-         No importa ven y hablamos.
-         ¿Llevo unos croissants y chocolate?
-         Yo mejor una ensaimada, ya sabes que me gustan más.
-         Bien estaré sobre las diez, el día 20. ¿Ok?
-         Si Amor, te estaré esperando.
-         Hasta entonces Lydia.
-         Adiós mi Amor, y no me falles.
-         Nunca fallo Lydia y tú lo sabes, estaré a esa hora no lo dudes.

Colgué la llamada, me quedé mirando el móvil, duración de la llamada diez minutos, interlocutor Lydia Bonita. Iría y hablaría con ella, pero me había hecho una promesa, y eso yo lo respetaba muchísimo, nunca rompía una promesa, no me quedaría, pasara lo que pasara no me quedaría.

Mi pulso estaba firme, el haber hablado con los auriculares me había ayudado, mi tono fue contundente, sin dudas, lo que pensaba, exprese mi posicionamiento de forma clara, era lo que pensaba, no tenia porque fingir nada en absoluto, nada. Mis sentimientos eran importantes para mi, nunca nadie en mi vida me había hecho tanto daño, nadie. Era un animal herido, recelaba de todo el mundo, no me volvería a fiar de nadie nunca más. Que traición la suya, y con sus hijos. Era más responsable yo que los impresentables de sus padres, y no quería esa responsabilidad, era de ella y de no cumplir sus acuerdos, que cargase con esa culpa porque no era mía, era de ella y del toca pelotas de su ex, bueno y del “tontarras” de su hijo que solo aportaba ruido.

Me levante de la silla, la acomode en la mesa y fui andando lentamente hacia el colmado de Manuel a recoger el encargo de Pilar, Llegue a casa de Jaume, llamé y salio Pilar a abrir la puerta.

-         Hola Ferry.
-         Hola Pilar, toma el encargo que me dijiste, alargándole la bolsa que llevaba en mi mano.
-         Muchas gracias Ferry, pero pasa.
-         No estoy, no sé que me pasa, me he quedado en la puerta como si fuese el niño de Caprabo, el de las entregas.

Pasé y me sorprendí, Ángela estaba allí.

-         Hola Ángela, hola Jaume.
-         Hola, contestaron ambos.
-         Disculparme, pero me voy a descansar un poco, no me encuentro muy bien.
-         Yo también me iba, dijo Ángela, ya nos veremos mañana.

No conteste, me di media vuelta y me metí en mi habitación, recostándome en la cama. Estaba tumbado hacia arriba, con los ojos abiertos, mirando el techo, con la mente completamente en blanco, me negaba no estar con Lydia. Escuche unos golpes en la puerta.

-         ¿Si? Adelante, dije. Era Pilar.
-         ¿Quieres algo Ferry?
-          No gracias Pilar, estoy bien, necesito relajarme un poco, estar solo.
-          No te preocupes, te llamo para cenar.
-          Gracias Pilar, cerró la puerta y se fue.